Escenario

El <em>Popol Vuh </em>narra mitos de los habitantes de Mesoamérica

El 30 de mayo de 1972 se instauró, en este país, el Día Nacional del Popol Vuh, para recordar el valor de uno de los libros más importantes en la cosmogonía maya.

Algunos vestigios mayas del periodo Clásico tienen grabadas escenas del Popol Vuh. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

Algunos vestigios mayas del periodo Clásico tienen grabadas escenas del Popol Vuh. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

Se cree que este fue escrito entre 1550 y 1554, aunque su autor es desconocido, se le atribuye a Diego de Reynoso, un indígena que probablemente pasó al español los relatos indígenas que fueron transmitidos de generación en generación.

El sacerdote Francisco Ximénez encontró el manuscrito en el templo de Chichicastenango, Quiché, y lo reescribió en español y k’ich’e. El libro original se perdió, pero el de Ximénez —al que llamó Empiezan las historias del origen de los indios de esta Provincia de Guatemala.— está en la Biblioteca Newberry, en Chicago, Estados Unidos.

“Es probable que el Popol Vuh sea producto de tradiciones orales basadas en detalles míticos e históricos basados en los códices”, dice el investigador y arqueólogo mexicano Enrique Vela, en su ensayo Popol Vuh, el libro sagrado de los mayas.

Relatos dibujados

En esta edición se incluyen tres relatos —de los diversos que existen— enfocados en el mito de la creación, los hombres de maíz y en las aventuras de Hunahpú e Ixbalanqué.


El mito de la creación

El Popol Vuh relata la inexistencia del mundo hasta que los creadores y formadores —Tepeu y Gucumatz— decidieron generar la vida. La intención era que estos les hablaran y agradecieran por la vida. Primero se creó la Tierra, después a los animales y, finalmente, a los hombres. “Esta es la relación de cómo todo estaba en suspenso, todo en calma, en silencio: todo inmóvil, callado, y vacía la extensión del cielo”, cita el libro sagrado de los mayas. Para la creación “hablaron, pues, consultando entre sí y meditando; se pusieron de acuerdo, juntaron sus palabras y sus pensamientos”.

Los hombres de maíz

La creación del hombre es un capítulo particular en la narración del Popol Vuh. Los primeros seres humanos, según el libro, fueron creados de lodo y le siguieron los de madera, pero vieron que no cumplían con sus expectativas. Unos eran aguados y los otros tenían el corazón duro. Se decidieron por el maíz. “De Paxil, de Cayalá, vivieron las mazorcas amarillas y las mazorcas blancas. Estos son los nombres de los animales que las trajeron: Yac —el gato de monte—; Utiú —el coyote—; Quel —la cotorra— y Hob —el cuervo—”, narra el Popol Vuh. Los hombres fueron hechos con ese maíz por los formadores y creadores.


Hunahpú e Ixbalanqué

Según el Popol Vuh, los héroes gemelos son hijos de la doncella Ixquic, quien se acercó al árbol de la calabaza y al tocarlo, Hun Hunahpú le escupió en la palma de su mano y así quedó en gestación. Dio a luz a los hermanos Hunahpú e Ixbalanqué. Ellos jugaban a la pelota todo el día, algo que molestaba a los Señores de Xibalbá, que vivían en el inframundo. Estos, enfadados, los retaron a pasar pruebas en sus dominios. Los gemelos los vencieron. Cuando salieron del inframundo los hermanos se convirtieron en el Sol y la Luna.

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