Revista D

Cerro Alux, un paraíso verde cerca de la ciudad

El área protegida cobija manantiales, aire puro, rica fauna y una exuberante flora; es una  fuente de vida.

Mientras en la capital sus habitantes resisten una de las épocas de calor más agobiantes de las últimas décadas, con temperaturas que van más allá de los 25 grados, a unos 17  kilómetros de la Plaza Central, la historia es muy distinta. El viento es fresco y sopla con fuerza. La humedad con olor a tierra mojada impregna los pulmones de los escasos visitantes.
Lo tupido de las ramas de los grandes alisos, cipreses y pinos impide que los rayos del sol penetren con soltura y calienten e iluminen el terreno. A esta conspiración contra la luz se unen variedades de  epífitas —musgo, líquenes,  helechos y  orquídeas— que  abrazan las coníferas y latifoliadas para llegar a lo más alto del bosque. 
Los chocoyos, los  clis clis, el  pájaro ardilla, los  trogones de montaña, los  mot mot de garganta azul y las xaras, entre otras variedades de aves, saltan de rama en rama a baja altura confiados en que nadie los acechará, porque están   protegidas por el gran bosque.
 Este es el ambiente que  se vive a diario en la Reserva Forestal Protectora de Manantiales Cordillera Alux, a escasos  kilómetros de la Ciudad de Guatemala, el mayor epicentro de ruido generado por miles de  motores y de contaminación ambiental ocasionada por la emanación de toneladas de monóxido de carbono.
Esta área verde compuesta por  cinco mil 372  hectáreas (decreto 41-97) se encuentra al oeste de la capital y la integran  los municipios de Mixco, San Pedro y San Juan Sacatepéquez, Guatemala, así como San Lucas y Santiago Sacatepéquez, Sacatepéquez, según el Plan Maestro de la Reserva del Consejo Nacional de Áreas Protegidas (Conap)
Magaly  Arrecis, del Instituto de Problemas Nacionales de la Universidad de San Carlos  (Ipnusac), afirma que  la importancia de la  Reserva radica en su capacidad de captar agua y filtrarla hacia los mantos friáticos y la  correntía de los ríos. “Además  provee   oxígeno a las poblaciones cercanas y es hábitat de la vida silvestre”, explica.

Fuente de H2O

La Reserva Forestal Protectora de Manantiales Cordillera Alux es un centro de vida. En sus entrañas se mezcla una gran  cantidad de recursos naturales como los hídricos que surten la región metropolitana, especialmente a los municipios de  Villa Nueva, Mixco y Guatemala, así como a San Lucas y Santiago Sacatepéquez, y Magdalena Milpas Altas, Sacatepéquez.
La médula y la periferia de esta zona boscosa es recorrida por 27 cursos de agua (10 permanentes)  que son alimentados por 65 nacimientos, que cada año producen 21 millones 800 mil metros cúbicos de agua, según el Plan Maestro del Conap.
Estas corrientes abastecen de manera superficial y subterránea, subcuencas estratégicas, como la del río Villalobos donde subsiste una densa población e infinidad de industrias que desfogan en el Lago de Amatitlán.

Verde, verde, verde

Según Conap, el 60 por ciento de la Reserva todavía se encuentra cubierta de bosque, en el que predomina el mixto compuesto por especies latifoliadas y coníferas.
La diversidad registrada es de 31 especies maderables, como pinos, encinos, ilamos, cipreses y mano de león.
En la montaña también es fácil encontrar 158 de especies no maderables, de las cuales 27 son comestibles, 66 medicinales y 26 ornamentales, y otras.
La cordillera es reconocida por su riqueza de epifitas (bromelias y orquídeas) que cubren las ramas de los árboles maduros y ayudan a captar y almacenar la humedad de la neblina y la lluvia.
Estas especies se caracterizan porque germinan en los troncos y ramas de los árboles y buscan una posición favorable para recibir los rayos del sol.
La mayoría de las epífitas, como el musgo, los líquenes, ciertos helechos y las orquídeas, se sujetan a los árboles con sus raíces que hacen las veces de soporte, casi siempre  a unos  50 metros de altura, en la cual viven  salamandras, ranas e  insectos.

Aire y tierra

La fauna, pese a la amenaza del ser humano, aún es rica. Entre el verdor de la vegetación se pueden apreciar algunos ejemplares, unos ocasionalmente y otros de manera constante. Hay 53 especies de aves, 15 de mamíferos, nueve de   reptiles y 16 de mariposas.
Cualquier visitante que se introduzca en el bosque, que  cuente con el tiempo suficiente y no se desespere, podrá observar algún conejo, una ardilla, un tacuacín o un  zorrillo.
Hay que caminar preparado y no asustarse cuando sorpresivamente se atraviese una lagartija, un cutete o un   dragoncito, que es  muy característico del área. El turista también puede toparse con culebras cheta, cantil frijolillo, coral o coralillo.
El Cerro Alux es propicio para el avistamiento de aves, pero especialmente durante las primeras horas de la mañana o al caer la tarde, justo cuando el frío y la obscuridad comienzan a apropiarse del lugar.
La Reserva es habitada por gavilanes cola roja, clis clis, chocoyos, pájaros ardilla o pixcoy, lechuzas, trogones de montaña (pariente del quetzal), mot mot de garganta azul, tucanes  esmeralda y xaras, entre otras, de acuerdo con  el listado del Conap.
Dos huéspedes especiales de estos bosques son el azulejo, que se caracteriza por su plumaje destellante y que abunda en las áreas descubiertas, y el pájaro carpintero, que con sus constantes golpes contra los árboles, se  descubre desde una larga distancia.

Principales atractivos

En el área también se ubican algunos sitios que llaman la atención debido a sus características particulares.
El más importante y accesible es el Parque Ecológico Senderos de Alux, el cual se encuentra a escasos 27 kilómetros del Centro Histórico y se puede llegar por la carretera Interamericana. Ocupa el 1.09 por ciento de la Reserva.
Es administrado por la Municipalidad de San Lucas Sacatepéquez y permanece abierto de martes a domingo  de 8 a 16 horas. La tarifa de ingreso es de Q10 para adultos y Q5 para niños menores de 12 años.
En el área se pueden desarrollar actividades colectivas de recreación y educativas, así como también acampar.  “Una de nuestras costumbres es la convivencia familiar y qué mejor que hacerlo rodeado de la naturaleza”, comenta Roberto Gálvez, director del parque.
Sus visitantes entre semana son escasos; sin embargo, durante los fines de semana pueden ser entre 500 y mil, informa Gálvez. 
En este lugar, además, se tiene la oportunidad de disfrutar de senderos educativos, salones de usos múltiples, teatro ecológico, columpios, churrasqueras, puentes y tres miradores, desde los cuales se aprecia la Ciudad de Guatemala. 
Quienes gozan de excelente condición física pueden presenciar el espectáculo que provocan las cataratas El Paso de la Llorona, con una altura de, aproximadamente, 60 metros, y la De la Calavera, que es más pequeña.
Cerca de estas cascadas hay una construcción del siglo  XX que se conoce con el nombre de La casa de Ubico, debido a que fue habitada por el dictador durante los años que gobernó el país (1931-1944).
Otro de los atractivos es el hotel San Rafael Las Hortencias, el cual según se cuenta, se construyó entre 1917 y 1920, por la familia  suiza La Rue.
El edificio, que consta de  tres pisos, operó como hospedaje de paso a viajeros que se transportaban en carruajes o a caballo durante la primera mitad del siglo XX. Aún se conservan los lavamanos y espejos de la época.
En los años 1970, el Instituto de Desarrollo Económico Social de América Central compró las instalaciones y en la actualidad lo emplea como centro de capacitación y formación.

Las grandes amenazas

Pero no todo funciona como debería de ser, ya que el área enfrenta varias amenazas que parten, en su mayoría, del  crecimiento demográfico que ha provocado la urbanización desordenada y la contaminación de las fuentes de agua, afirma la ambientalista de la Usac.
  “Es la expansión de la  obra gris la que afecta, especialmente del lado de Mixco”, comenta el director del parque.
A esto se debe agregar la  demanda de productos maderables y el desconocimiento de la normativa vigente del área protegida, que en su mayoría es propiedad privada, talas ilícitas, escaso manejo de desechos  sólidos y líquidos.
La cacería y la expansión de la frontera agrícola también han causado daños. “Otro factor importante es la falta de seguridad, porque se ha encontrado a personas cometiendo actos ilícitos”, afirma Arrecis.

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