VENTANA

Yaya Paquita ¡de corazón a corazón!

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“Cuentan por ahí que hay un lugar mágico, con montañas azules que casi tocan el cielo, y se extienden abrazadas más allá de donde puedes ver. Un lugar donde el tiempo va sin prisa, el aire huele a flores y la gente es de maíz”. Así principia narrando Itala Vetorazzi su  cuento más reciente que se  titula Yaya Paquita ¡de corazón a corazón! Yaya, en idioma mam, significa abuela. El  escenario donde transcurre la  tierna historia es la  Sierra de  los Cuchumatanes, Huehuetenango, que  en mam  significa “lo que fue unido con gran fuerza”.  Itala describe que  “en  una casita chiquita, en la montaña  más alta vivía una viejita que nació con el tiempo y tenía grande el corazón”.

Itala, como buena chapina, ama a Guatemala. Sus cuentos están bellamente ilustrados. Son para niños de 3 años en adelante. Siempre están inspirados en nuestra cultura y ambientados en algún rincón de nuestro paisaje megadiverso. Sus narraciones son metáforas sencillas pero profundas. Provocan la reflexión sobre valores como el amor, el respeto, la alegría, la generosidad. En el cuento de la Yaya Paquita la idea es crear una historia poderosa que explique el origen de nuestras muñequitas Quitapenas. Estas muñequitas van guardadas en una cajita de madera de balsa pintada de color amarillo y se venden en todos los rincones de Guatemala. Nuestra tradición popular dice que estas muñequitas se harán cargo de nuestras penas si las compartimos con ellas. Itala recuerda cómo, desde niña, le impresionó el famoso proverbio sueco: “Una pena compartida es media pena.” Este refrán ahora es parte del cuento y de la canción, que ella canta con los niños durante sus presentaciones, animándolos a expresar sus miedos y aprehensiones. Dice así: ¡Una pena! (aplausos), ¡Una pena! (aplausos) ¡Una pena compartida es media pena! ¡No te quedes con ella, sácala ya! ¡Y alguien que te ama, te ayudará! Muchas veces los adultos no reparamos lo amenazante y exigente que es para un niño la realidad actual. “Además, todo va muy de prisa y los niños a veces ya no tienen tiempo ni para jugar”, agregó el Clarinero.

Yaya Paquita es la imagen sanadora de las abuelas. Así la describe Itala, “…la sonrisa de sus ojos, y sus brazos siempre tibios regalaban abrazos de algodón”. Para mí, es la súper abuela maya, Ixmucané, que gracias a su amor, compasión y sabiduría el Corazón del Cielo le concedió la magia de transmitir su energía maravillosa a las muñequitas Quitapenas. Este cuento logra inspirar en los niños tener confianza en la vida. Ser compasivos y solidarios. La famosa novelista británica Agatha Cristie escribió: “Una de las cosas más afortunadas que te pueden suceder en la vida es tener una infancia feliz”. Nada más cierto que eso. Nuestro ser de adulto mantendrá vivo ese niño interno, que es portador de la creatividad, del asombro y la imaginación. Sin esas herramientas poderosas será muy difícil que el día de mañana nos atrevamos a incursionar en caminos insospechados que nos conducirán a oportunidades inesperadas. Los guatemaltecos tenemos que hacer un esfuerzo colectivo para mejorar la calidad de vida de nuestra niñez, que tanto lo necesita. Itala lo tiene muy claro. Estimados lectores, si compran sus cuentos, el de Yaya Paquita es el séptimo, estarán colaborando con la Escuela de Niños Especiales en Huehuetenango, a cargo de Silvia Zepeda Gruest. Pueden encontrar los libros en Sophos, El Reino de los Libros (en Pradera Concepción), Kiriboo (en línea) y Librería Watson (en Cayalá).

clarinerormr@hotmail.com

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