CATALEJO

Tiempos, momentos e interpretaciones

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Política, entendida en su sentido griego, significa  intervenir en el gobierno y el Estado y por eso el filósofo Platón la considera la más importante de las actividades humanas, Por eso no debe confundirse con politiquería, consistente en la intervención superficial, ligera, con intrigas y bajezas, de esta actividad, lo cual incluso tiene un nombre poco conocido: “brujulear”. Se puede calificar entonces a la mayoría abrumadora de políticos como “brujuleros”, y de hecho se vuelve necesario agregar el término a las palabras empleadas en Guatemala. Pero el ejercicio de la política debe tomar en cuenta algunos otros factores importantes para el resultado correcto de las acciones, y esto se ha vuelto sobre todo indispensable en los momentos actuales de inmediatez, de resultados innegables.

Entre esos criterios se pueden mencionar el tiempo, o los tiempos, si se quiere. Esto se refiere a la distancia cronológica transcurrida desde el momento de un hecho hasta su comentario, apoyo o rechazo de quienes ejercen cualquier tipo de mando político. Es parte de la capacidad personal saber cuál es el tiempo mínimo antes de responder, y por eso, cuando un presidente reacciona de manera intempestiva a cualquier tipo de señalamiento o crítica, la mayoría de las veces deja en problemas a la cancillería y a los voceros, quienes no pueden decir algo distinto y necesitan explicar “qué quiso decir” o “cómo se debe entender”. Un ejemplo internacional: la afirmación del presidente Trump de ser víctima de asalto a Estados Unidos por Guatemala, Honduras y El Salvador.

Otro factor es el momento de decir algo. Se parece al tiempo, pero con la diferencia de tener un espacio más largo y por eso puede tener como sinónimo al cuándo, aunque este se relaciona más con el qué. Entonces, qué se dice y cuándo se dice se acercan al porqué, es decir a la intención oculta o abierta. Estos factores, en su complicada mezcla, influyen sobremanera en la interpretación, muchas veces válida, pero al mismo tiempo equivocada. De esto, el más cercano ejemplo local es el de la jefa del Ministerio Público, Consuelo Porras, quien pocas horas después de la denegación de visas a los investigadores relacionados con casos de corrupción encabezados por políticos oficialistas casi exige al presidente otorgar las visas de cortesía a los funcionarios de la Cicig.

Los errores en este tipo de hechos trae muchas consecuencias. La licenciada Porras se dio cuenta, tarde, de la equivocación, por lo cual trató de enmendarla. Otros funcionarios, como la canciller, persisten cuando se colocan en mala posición con sus comentarios personales e institucionales. Y el presidente Morales ya es famoso, incluso internacionalmente, por sus frases espontáneas, en demasiadas ocasiones fuera de los límites de su cargo. Si a eso se agrega el término del “brujuleo”, el resultado solo puede ser desastroso. A esto se agregan las acciones inexplicables dentro del Congreso, donde también reina una ignorancia total de las consecuencias de sus actos, reflejados en sus discutibles propuestas, cuya interpretación confirma la mala imagen ya reinante.

Son tiempos, momentos y circunstancias complicadas, y por ello no es el momento de aprender y de actuar en base a ocurrencias, sin a aplicar experiencia y hacerlo con serenidad, No se puede olvidar la inmediatez de las comunicaciones gracias a las redes sociales. Un factor adicional es tomar en cuenta el sentido de la credibilidad y del ridículo provocados por las opiniones arrebatadas, y esto parece ser un fenómeno existente en demasiados países, aunque en unos se considera prueba de subdesarrollo. La falta de experiencia, unida a la incapacidad de contener reacciones o de comprender los problemas causados por la improvisación y las bromas, elementos ajenos a la actividad política, participan en la mezcla de razones por las cuales la ciudadanía local y el mundo se ríen.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.