FAMILIAS EN PAZ

Salud financiera en el hogar

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Una de las causas de conflicto en el matrimonio es el dinero. Con frecuencia encontramos parejas que fracasan en su relación por no estar de acuerdo en el manejo de sus finanzas.

Los conflictos no solamente se presentan cuando hay desempleo o los negocios no van bien, también ocurren aun cuando tienen una fuente estable de ingresos y uno de los cónyuges o ambos, en el peor de los casos, no administran las finanzas con sabiduría y en función de las prioridades de la familia. La solución inicia cuando ambos reconocen que tienen un problema que resolver. En este punto no se trata de echar culpas, sino de identificar las causas reales del problema. Nunca partan del supuesto de que el problema radica en la cantidad que ganan; con frecuencia las crisis financieras no se dan por falta de dinero, sino de carácter.

El ser humano necesita satisfacer como mínimo lo siguiente: alimentación, vestuario, vivienda, salud, educación y diversión. Para ordenarnos y llegar a tener finanzas saludables se necesita evaluar tres aspectos: gastos, ahorro e inversión. Inicien con los gastos, determinen cuáles son indispensables, anoten el monto que gastan en cada rubro, luego evalúen la calidad del gasto y revisen sus hábitos de consumo. Por ejemplo: la alimentación, un rubro necesario, pero si con frecuencia comen fuera de casa deberán hacer un plan para modificar sus hábitos, estableciendo las veces al mes que podrán hacerlo, asignando un tope a la cantidad que pueden gastar. Otra forma de ordenar es identificar los productos que consumen y evaluar si en el mercado hay sustitutos de menor valor pero de la misma calidad. Un ejercicio útil es que en lugar de hacer las compras en un supermercado vayan directamente con el productor.

Conocer la diferencia entre necesidades básicas de los gustos o caprichos es determinante en este proceso. El punto central es evaluar las motivaciones del gasto. Si lo hacemos basados en caprichos, entonces se trata de un problema de carácter y más aún cuando para satisfacerlos recurrimos a la deuda.

Cuando se controlan los gastos se tiene la oportunidad de ahorrar. Ese excedente, por mínimo que sea, deberá ser transferido a una cuenta de la cual ninguno de los dos cónyuges podrá decidir de forma unilateral. El ahorro debe tener un propósito definido. Esto da sentido y unidad al matrimonio porque construyen un proyecto en común. Este ahorro eventualmente podrá convertirse en una inversión: la compra de un terreno o una casa para rentar, emprender un negocio o simplemente comprar acciones de empresas confiables y exitosas que rentabilicen nuestros recursos.

Cambiar un hábito requiere de valor para asumir con responsabilidad de nuestros actos, sabiduría para hacer los ajustes necesarios tomando decisiones correctas y disciplina para mantenerlas en el tiempo. Las familias en paz y con salud financiera son aquellas que trabajan con dignidad y gastan con sabiduría, y para lograrlo quizás sacrificaron su estilo de vida, ajustándola a la realidad de los ingresos. Nadie puede sostener una vida de apariencias, tarde o temprano pagará las consecuencias.

El deseo de Dios es que seamos prosperados en todas las áreas de nuestra vida, así como prospera nuestra alma. Si todas las decisiones que tomamos nacen del intelecto y la voluntad, entonces para alcanzar salud financiera se requiere que vivamos conforme a la sabiduría divina. Entonces, ¿por qué no buscarla? En las Escrituras encontramos consejos para administrar todo aquello que Dios pone en nuestras manos.

El que es buen administrador de lo poco, también lo será en lo mucho.

rolando.depazb@gmail.com

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