PLUMA INVITADA

Notable guatemalteco marcó huella mundial

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La historia de Guatemala marca huella imborrable de muchos connotados y brillantes personajes que en tiempos difíciles, completamente diferentes a los actuales, sellaron su capacidad, inteligencia y valentía a nivel mundial, poniendo muy en alto el nombre de esta amada y bella tierra, golpeada ahora lamentablemente por innumerables crisis: corrupción, inseguridad, violencia, política y vulnerabilidad natural; sin embargo, son ignorados en el sistema educativo, por la juventud estudiosa y pueblo en general, por indiferencia de gobiernos y autoridades educacionales, obligadas a mantener vivas las figuras e historias  de  tan ilustres valores.

Entre estos baluartes olvidados aparece el doctor Antonio Larrazábal, cuyo nombre de pila es Antonio Justo José de las Mercedes Larrazábal y Arrivillaga, nacido un 8 de agosto de 1769, en la muy Noble y Leal Ciudad de Santiago de los Caballeros, Antigua Guatemala.

En aquella época de antaño, tuvo el honor de ser prócer de la Independencia, diputado al Congreso de la República, rector de la Real Universidad de San Carlos de Borromeo, canónigo Penitenciario del Cabildo Eclesiástico de Guatemala, bachiller en Artes y Filosofía, licenciado en Cánones y Leyes, doctor en Teología y Derecho Pontificio, rector del Sagrario de la Catedral, secretario de Cámara del Arzobispado de Guatemala y defensor de los pueblos oprimidos.

Larrazábal fue nombrado diputado permanente del Cabildo de Guatemala ante las Cortes de Cádiz de España, creada después de 1800, tras la derrota de Napoleón que sacudió a los españoles, dando oportunidad a diputados de los pueblos de América. Viajó desde México al viejo continente, durante casi un año, en antigua fragata inglesa, por no existir vías terrestres y aéreas, en tiempos por demás difíciles, sufriendo y sorteando vicisitudes y obstáculos en mares atestados de piratas y azotados por tormentas apocalípticas. Fue electo por su inteligencia presidente de este alto organismo, en 1810, impulsando la lucha independentista de los pueblos americanos, la libertad de imprenta, libertad, la educación pública y la abolición de la tortura, horca de los indígenas y venta de empleos.

Esta institución fue disuelta en 1814, al entrar a España el rey Fernando VII, repudiado por los españoles, siendo sus miembros encarcelados unos y muertos otros. Larrazábal fue condenado a seis años de prisión, concluyendo aquí su ilegal castigo, enfermo física y moralmente. Al recobrar su libertad fue nombrado de nuevo rector de la Usac.

Su imagen e historia son mantenidas vivas con orgullo por los antigüeños, dirección, claustro de maestros y estudiantes del centenario Instituto Normal para Varones Antonio Larrazábal (Inval); Asociación de Exalumnos Distinguidos con la Orden Antonio Larrazábal, Coordinadora de Exalumnos Invalistas, Promoción Enrique Estrada Sandoval, 1961, que lo recuerda y descolla en sus asambleas mensuales, así como miles de egresados que destacan en diversos campos profesionales a nivel nacional e internacional.

Una calle principal de Madrid, capital española, lleva su nombre y en esta capital de Guatemala funciona la Casa Larrazábal, parte del Congreso de la República, monumento histórico nacional donde vivió por muchos años. El Inval, llamado instituto de Los Eternos Valores, realza a tan digo guatemalteco en esta época por su aniversario natal, 8 de agosto de 1769, y bautizo de este histórico centro educativo con su nombre, 26 de noviembre de 1953.

Larrazábal murió a sus 84 años y sus restos descansan en las bóvedas de la Catedral Metropolitana.

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