PLUMA INVITADA

Violencia es más que delito

Carlos Aldana Mendoza

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Violencia es mucho más que delito, y precisamos tenerlo claro, porque en el anhelo de una sociedad plena, democrática y basada en los derechos humanos, es importante comprender esa diferencia.

El delito se refiere a todas aquellas acciones que, al intentar realizarlas, o al concretarlas plenamente, expresan un quebrantamiento de la ley vigente. Violencia es un concepto que hace referencia a todo aquello que representa un intento o una concreción de dañar la dignidad de otros, de distintas maneras, en un ejercicio de poder que busca el establecimiento de una situación de dominio sobre el otro.

Mientras que el delito se concentra en acciones comprobables, la violencia no solo incluye esas acciones, sino otros elementos que la configuran, que la causan o la reafirman. Incluso, elementos que contribuyen a “naturalizar” los hechos violentos.

Concentrarnos en el delito únicamente y abandonar la mirada sobre la violencia es invisibilizar las causas profundas, serias e históricas de una realidad que a todos nos afecta.

Cuando hablamos de violencia, hablamos de la conjunción de hechos, símbolos y estructuras históricas y concretas que permiten un ejercicio de poder desde y para la dominación en función de intereses sectarios.

Hablar de violencia es hablar de la historia del Estado guatemalteco, constituido desde y para el dominio de poblaciones vastas; hablar de violencia es hablar de las estructuras, políticas e instituciones que, directa o indirectamente, contribuyen a la existencia de condiciones de vida que impiden plenamente el ejercicio de derechos humanos en nuestro país.

Hablar de violencia es hablar de formas de pensar, de sentir y de hablar que, en el fondo y sin que sean motivo de discusión, generan estereotipos, prejuicios y actitudes que tienden a negar la dignidad de determinados individuos o grupos sociales.

Así, pues, tan violento puede ser un acto de fuerza física sobre alguien como el uso de un apodo o de un chiste machista u homofóbico. La diferencia está en que la primera puede ser motivo de sanciones o castigos, mientras que la segunda puede pasar inadvertida, sin generar ninguna llamada de atención. ¡Hasta podría ser celebrada!

Por supuesto que necesitamos prevenir el delito, sobre todo cuando tiene que ver con jóvenes. Ellos y ellas, cuando forman parte de acciones delictivas, no solo se constituyen en victimarios, sino también víctimas de esa violencia en la que se ven involucrados. Se trata, pues, de que la sociedad no sufra la inseguridad que causa una violencia activa y social que crea dolor e impide el desarrollo.

De cara a un futuro mejor, necesitamos comprender que la violencia tiene expresiones diversas que se conjugan. Prevenir actos ilegales es importante, pero también es importante luchar por otras estructuras políticas, económicas y jurídicas que impulsen el desarrollo integral y multicultural, de tal manera que la violencia —en sus distintas expresiones— no ocurra de la manera que ocurre en nuestros días.

Necesitamos comprender que los símbolos, mensajes, lenguajes y formas de decisión y de resolución de conflictos también son factores que pueden generar violencia y que es importante prevenirlos, desde su comprensión profunda. Si lo que pretendemos es no castigar el delito, entonces necesitamos prevenir la violencia.

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