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Tablero arquitectónico del Centro Histórico

En la traza original de la capital se pueden contemplar aún dos mil 673 inmuebles catalogados como patrimonio cultural de la nación.

Casa de los Goicolea, ubicada en la 13 calle entre 7a. y 8a. avenida. (Foto: Hemeroteca PL)

Casa de los Goicolea, ubicada en la 13 calle entre 7a. y 8a. avenida. (Foto: Hemeroteca PL)

El centro de la ciudad continúa siendo el corazón del país. Es el lugar donde se engendra el andamiaje legal (Legislativo) y donde a la vez se anuncian las políticas de gobierno que rigen el destino de Guatemala (Ejecutivo).

Es el espacio de mayor agitación humana, donde en medio del bullicio y bocanadas de humo negro, miles de personas convergen a diario.

Es en estas cuadras del Centro Histórico (CH), atosigadas por autobuses urbanos, vehículos y vendedores de cualquier tipo de objetos, donde nuestra historia está escrita a través de las artes. Sus calles y avenidas son testigos del paso de varias generaciones, a partir de 1776, cuando fue establecida la Nueva Guatemala de la Asunción.

Esta área está delimitada en el Marco Regulatorio del Manejo y Revitalización del Centro Histórico, el cual, en el artículo 2, inciso a), dice que este ambiente está “conformado por la parte central del casco urbano, donde se fundó la Nueva Guatemala de La Asunción, comprendido desde la avenida Elena, hasta la 12 avenida y de la primera calle hasta la 18 calle de la zona uno”.

La mayoría de los edificios históricos están construidos con adobe, basamento de piedra, marcos de puertas y ventanas hechos con ladrillos, y en algunas se utilizaron bloques de talpetate. En varias casas aún se observa ventanería del siglo XVIII, fabricada con hierro forjado de tendencia barroca. Fidel Sacor, investigador del Instituto de Antropología e Historia (IDAEH) considera que hay algunas casas muy valiosas que se han descuidado en su reintegración y restauración.

Amalgama de arte

Un recorrido por el área permite observar el predominio de elementos neoclásicos en sus construcciones, a diferencia de Antigua Guatemala, donde tuvo mayor auge el barroco. Sin embargo, este segundo estilo aún se puede contemplar por ejemplo en el Beaterio de Santa Rosa (1786), San Miguel de Capuchinas (1789) e incluso en la fachada de La Merced (1813).

El espíritu dominante del neoclasicismo está presente en los templos de Santo Domingo (1808), parte de La Merced, El Carmen (1814), Catedral (1815), Santa Teresa (1816), La Recolección (1842), San Francisco (1851), Candelaria (1867) y San Sebastián (1890). También destaca el edificio del museo de la Universidad de San Carlos (Musac) (1806-1840), con sus columnas y pilastras que muestran la exuberancia del neoclasicismo.

La influencia de las corrientes artísticas que surgieron en Europa también enriquecieron la imagen urbana de la capital, como el renacimiento francés, el cual se refleja en el edificio de la Propiedad Inmueble, hoy Museo Nacional de Historia (1896). En el interior de esta construcción hay una escalera desmontable de hierro, en forma de caracol, que según relata Miguel Álvarez, Cronista de la Ciudad y director de dicho museo, fue traída de San Francisco, California, en un buque de vapor.

Cambio de siglo

En el traslape del siglo XIX y XX se integraron al país influencias góticas mezcladas con mudéjar que exaltan motivos naturales como figuras de animales y rostros humanos con elementos neoclásicos. Esto se puede observar en el edificio que ocupó el colegio Santo Domingo en la 13 calle y 9ª. avenida. También está la Facultad de Ingeniería (1918), Casa Edward (1914) y el Palacio de Yurrita (1910).

Por esos años, llegó al país y estuvo en boga la aplicación de Art Nouveau, cuya ornamentación fue la forma de expresión predilecta de edificios como el hotel Hernani (1928), hotel Gran Central (1920), Tipografía Nacional (finalizado en 1943) y el colegio Canadiense (1926).

En el CH se registra la huella de otros movimientos con agregados hispánicos, como el Palacio de Justicia, hoy Registro de la Propiedad de Inmuebles (1933), Escuela de Medicina (Paraninfo, 1926), Palacio Legislativo (1936), Dirección General de Correos (1940), Palacio de la Policía Nacional y el Palacio Nacional de Gobierno, hoy de la Cultura (1943).

Para vivir mejor

El patrimonio que aún se conserva en el Centro Histórico no fue construido exclusivamente con fines gubernamentales y religiosos, sino que también con la intención de ocuparlo como residencia. La casa más antigua que todavía se conserva es donde funciona el Liceo Francés, ubicada en la 5a. avenida y 10a. calle, en la cual residió la familia Asturias. “Fue construida en 1789, pero hay que tomar en cuenta que cerca de ahí hay otra cantidad de edificaciones valiosas”, comenta Sacor.

Se le considera una casa típica del momento de traslación de la ciudad al valle de la Ermita. El cronista de la ciudad dice que “figurativamente” es una casa de Antigua Guatemala, mudada a la nueva capital debido a que fue diseñada con proporciones y características similares a una de la ciudad colonial y se reutilizaron las puertas, balcones, azulejos y otros elementos de la residencia original. “Conserva la estructura del primer y segundo patio”, agrega.

Muy cerca, contiguo a la Contraloría General de Cuentas de la Nación (CGCN), aún permanece de pie la casa de la familia Cuadra Peiré. Tiene una fachada con bastante altura, balcones y en el interior se puede observar la amplitud de los patios y corredores.

Otra residencia de la misma época del cambio es la denominada como Las Acacias, ubicada en la 10ª avenida y 5ª calle. Se le conoce con este nombre debido a que, en sus amplios espacios, una floristería llamada así mantuvo abiertas sus puertas.

Esta casa, al igual que el Liceo Francés y la de los Del Valle, ubicada en la 7ª. avenida y 11 calle, se caracterizan por tener balcones de ángulo. “Este detalle es propio de la arquitectura colonial, traído de la región de Extremadura, España”, dice Álvarez.La portada de la casa Del Valle es neoclásica, donde se empleó piedra, muy similar a la construcción de la catedral.

Otra casa del siglo XVIII está ubicada en la 5ª. calle entre el callejón Delfino y la 11 avenida, cerca de La Merced, la cual perteneció a una familia de apellido Arzú. Este inmueble es fácil de reconocer debido a sus balcones de hierro forjado, los cuales, al igual que el Liceo Francés, fueron traídos de Antigua. La casa conserva en su planta interior corredores, dos patios y una pila. “Por este sector todavía hay elementos barrocos, aunque la tendencia de toda la ciudad era neoclásica”, explica Sacor.

Legado de dos siglos

Del siglo XIX aún se conservan varios inmuebles. Uno de los mejor logrados es la casa Ibargüen, que hoy funciona como anexo del Centro Cultural Metropolitano. Ana Isabel Cifuentes, del Centro de Estudios Urbanos de la Universidad de San Carlos, dice que la conservación de este edificio, junto a otros, es un ejemplo de la forma en que pueden recuperarse los espacios de valor histórico.

De estos años también son la casa de la familia Herrera, asentada en la 7ª. avenida y 11 calle esquina, la cual se caracteriza por el trabajo en madera, y la de la familia Piñol en la 7ª. avenida y 9ª calle, donde funciona el Banco Agromercantil, que es de dos pisos.

También está la casa que se conoce como Larrazábal, donde ahora funciona parte del Congreso de la República. El cronista de la ciudad aclara que en este edificio no vivió el religioso José Antonio de Larrazábal (1769-1853), sino que fue en la construcción que existió previamente. De esta época también está la casa de la familia del doctor Monteros, ubicada en la 10ª. calle y 8ª avenida, donde estuvo el Instituto Nacional de Estadística y ahora es el Centro Cultural del Congreso. Se cree que es del año 1889.

El traslape de los siglo XIX y XX es uno de los períodos que más legado ha dado al Centro Histórico. Uno de estos edificios es el antiguo Club Americano, ubicado en la 8ª. avenida y 12 calle, donde anteriormente estuvo la Dirección General de Migración. De esta misma época también es la casa de los Sánchez y los Goicolea, en la 8ª avenida y 13 calle. Clara Luz Goicolea dice que la tendencia arquitectónica de esta residencia es neoclásica.

Los terremotos de 1917 y 1918 obligaron a algunas transformaciones en la reconstrucción de la capital. Uno de estos fue el uso del cemento armado, el cual fue introducido por el italiano Guido Albani. La primera casa construida con este material fue la Casa Árabe (13 calle y 9ª. avenida), donde funcionó el colegio Santo Domingo y que perteneció a la familia Soto. Fue construida con los materiales más modernos de la época, pero evocaba un sistema arquitectónico antiguo.

En las décadas de 1930 y 1940 se puso de moda el Art Deco y el edificio más significativo que aún se puede admirar es el Cine Lux (1936), ubicado en la 6ª avenida.

La riqueza de los estilos arquitectónicos que han estado en boga durante los últimos tres siglos se refleja en las construcciones que aún subsisten en cada uno de los 11 barrios que dan vida al Centro Histórico. Los cambios políticos, sociales, artísticos y los desastres naturales (terremotos) que han azotado a la capital han contribuido a la diversidad, tanto en la edificación religiosa como en la gubernamental y civil.

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