Guatemala

Emotiva reunificación de niños separados de sus padres en EE. UU.

La espera terminó para un grupo de niños, niñas y adolescentes que fueron apartados de sus padres al cruzar la frontera sur de Estados Unidos, debido a la política de separación de familias del gobierno de Donald Trump. 

Filomena Jacinto, de espaldas, juega luego de que fue recibida en el Aeropuerto Internacional La Aurora. (Foto Prensa Libre: Cortesía)

Filomena Jacinto, de espaldas, juega luego de que fue recibida en el Aeropuerto Internacional La Aurora. (Foto Prensa Libre: Cortesía)

Este martes al mediodía arribó al Aeropuerto La Aurora un primer grupo de nueve menores que llevaban varios meses de no ver a su familia, y que se mantuvieron en albergues en EE. UU. En la terminal aérea fueron recibidos por autoridades guatemaltecas.


Personal de la Secretaría de Bienestar Social (SBS) se encargó de la recepción, luego los menores fueron trasladados hacia la casa hogar Nuestras Raíces, en la zona 1.  Ahí los padres esperaban a sus hijos desde horas de la mañana.

Los niños permanecieron separados más de dos meses desde que entró en vigor la medida y durante ese tiempo estuvieron en albergues en distintos estados de EE. UU. a la espera que se resolviera su situación legal.

Según información de la SBS en total, este martes retornaron a Guatemala nueve menores de EE. UU., todos que fueron separados por el plan Tolerancia Cero; además regresaron siete menores no acompañados procedentes de México. Todos oscilan entre las edades de 6 y 17 años. 

En EE. UU. aún hay muchos niños, niñas y adolescentes guatemaltecos a la espera de que se resuelva su situación legal. Hasta la semana pasada se contaban dos mil 279 en albergues de aquel país pendientes de que se resolviera su situación legal en cortes de Inmigración. De ellos, 465 eran menores que fueron arrebatados de los brazos de sus padres, y el resto no acompañados. 

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Filomena regresa a Guatemala 

La espera también terminó este martes para Nasario Jacinto cuando se reunió con su hija, Filomena,  después de que se la arrebataron de los brazos el pasado 16 de mayo cuando estaba vigente la política de separación de familias.

Prensa Libre documentó esta conmovedora historia desde que el padre fue deportado el pasado 21 de junio, y desde entonces la ha seguido de cerca.

Nasario, así como los otros 13 padres y madres que recibieron a sus hijos que retornaron de EE. UU. y México, lucía ansioso. Casi no podía creer lo que estaba ocurriendo, tendría de nuevo en sus brazos a Filomena que cuando salieron de San Juan Ixcoy, Huehuetenango, tenía 5 años, pero que estando en el albergue Cayuga Center de Nueva York, cumplió 6.

“Me siento feliz y contento porque voy a recibirla, estos días han sido difíciles”, confesó este hombre de 33 años, de pocas palabras, y que el 7 de mayo se aventuró a viajar a Estados Unidos en busca de las oportunidades que no encontró en su país.


Se llevó a su Filomena, probablemente engañado por algún coyote quien le habría asegurado que con una niña le permitirían trabajar en EE. UU. El 22 de junio fue deportado. Cuando le dijeron “hoy te regresas a Guatemala” pensó que sería con su hija y fue hasta que venía en el avión cuando se percató de lo peor, había sido enviado de vuelta a Guatemala y su niña se había quedado en aquel país.

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Felices de nuevo

Pasadas las 14 horas llegó el momento en que Filomena y Jacinto se reencontraron, ¿la escena?, como todas en las que niños que han sido separados se reencuentran con sus padres: lágrimas, emoción, palabras al oído y una mirada perdida de la menor que por momentos parecía de enojo. Son las inevitables secuelas trágicas que costó la separación familiar y que llevará mucho trabajo borrar de su mente.

“Ya recogí a mi hija y me siento feliz y contento”, fueron sus escuetas declaraciones al abandonar el refugio de la Secretaría de Bienestar Social en el que se reencontró con su hija. Para este momento tan especial a Nasario lo acompañaron, su esposa Juana Velásquez, su madre, un hermano y su hijo pequeño de 1 año.

Al salir del albergue Nasario optó por quedarse en la Casa del Migrante de la zona 1, de ahí partirá este miércoles para Chanchocal 1, la aldea donde vive en San Juan Ixcoy, que se encuentra a cuatro horas de la cabecera departamental y por lo menos a 1 hora a pie.

Entre cuatro se la arrebataron

La madre de Nasario narró que salieron el domingo a mediodía de Chanchocal 1, y llegaron a eso de las 16 horas a la cabecera de Huehuetenango, después de caminar durante más de una hora y viajar otras tres en microbús. En la cabecera departamental pernoctaron y el lunes desde las 6 horas salieron hacia la capital.

Contó que el día en que a Nasario le quitaron a Filomena cuatro hombres, supuestamente agentes de la Patrulla Fronteriza de EE. UU., se la arrebataron. “Dos lo agarraron y otros dos le quitaron a la nena”, contó mientras esperaba la llegada de su nieta.

Añadió que para viajar a EE. UU. Nasario prestó Q15 mil que ahora tienen que pensar cómo lo van a pagar.

En la Casa del Migrante, Nasario dijo que no querían más compañía, el viaje de su pequeña Filomena había sido cansado. Para comenzar de nuevo sus vidas tienen ahora otra oportunidad, la pregunta es: ¿Dónde encontrarla?

Casos dramáticos

Otro reencuentro que se vivió este martes fue el de Leo Jeancarlo de León, de 6 años, que pudo ver a su madre, Lourdes de León, después de más de casi tres meses desde que fueron separados en San Luis, Arizona.

Leo también estuvo albergado en Cayuga Center de Nueva York y cada semana platicaba con su madre quien lo esperaba en San Pablo, San Marcos, por videollamadas y le rogaba que lo regresara lo antes posible.

El día que firmó su salida voluntaria de EE. UU., a Lourdes le aseguraron que sería deportada junto con su hijo, algo que no sucedió. Ella regresó al país el 7 de junio.

Lourdes lloraba mientras abrazaba a su pequeño, luego dio unas breves declaraciones a la prensa.

“Fue demasiado tormento tanto para él como para mí. Separarnos es lo peor que le puede pasar a una madre, porque le tocan a uno lo que más le duele como ser humano y como madre”, expuso Lourdes.

Menores de edad han retornado desde EE. UU. y México de enero a julio de este año.


Con una mirada inocente, Leo abraza a su madre y dice que al llegar a San Pablo jugará con sus juguetes que dejó. “Estoy bien, feliz. Extrañé mucho a mi mamá, cuando me separaron me sentí muy triste”, dice el pequeño de 6 años.

Lourdes dice que no tiene ninguna queja por la forma como trataron a su hijo en el albergue, y si de algo está segura es de que no volverá a intentar viajar a EE. UU.

No acompañados

Este martes también regresaron al país varios adolescentes que viajaron solos a Estados Unidos, algunos fueron interceptados en ese país  y otros en México.

Odilia Hernández recibió a su hijo Eddy, de 17 años, narró que se fue solo hace 20 días, la idea era llegar con unos conocidos a Oklahoma, pero el sueño se vio frustrado. “Se había ido para sacarnos adelante”, respondió Odialia, quien vive en Olintepeque, Quetzaltenango, y que afirmó que aunque su hijo, cursaba tercero básico tuvieron que sacarlo porque ya no podían sacarlos adelante.

La mujer indicó que tienen otros tres hijos y que Eddy le indicó en algunas llamadas telefónicas que la situación en el centro de detención “estaba muy dura”. “No podíamos hablar mucho, solo hablábamos cinco minutos a la semana”, precisó la madre del joven migrante.

Catarina Torres es originaria de Chajul, Quiché, acudió a recibir a su hija de 15 años al albergue Nuestras Raíces. Relató que sentía una mezcla de alegría, por ver a su hija, y de preocupación, porque aún no saben qué harán para pagar los Q20 mil que le dieron al coyote que se la llevó hacia EE. UU.

Afirmó que la menor cursaba primero básico, pero que por la falta de recursos ya no pudieron seguir pagango sus estudios. Salió hace un mes de su aldea, pero fue detenida en México. “Intentó llegar y no pudo, así pasa en veces, a veces se gana y a veces se pierde”, dice Torres, mientras carga en brazos Marta; otra de sus hijas, de 1 año y medio, y quién se ve cansada, por momentos llora.

Catarina Torres carga a su pequeña, Marta, mientras espera a su otra hija; la acompaña su esposo, Jacinto Hernández. (Foto Prensa Libre: Fernando Magzul)

Jacinto Hernández, esposo de Catarina, dice que tienen otros tres hijos, y que se gana la vida de agricultor, siembra maíz y frijol “que es lo único que se da por Chajul, porque es tierra fría”. Afirma que a veces logra ganar Q50 diarios lo que les alcanza para sobrevivir.

Añadió que desde Chajul hicieron un viaje de nueve horas, tres desde la aldea al centro del municipio, ahí pernoctaron y el martes temprano partieron hacia Santa Cruz de Quiché, y luego a la capital.

Niños son atendidos al arribar al Aeropuerto Internacional La Aurora. (Foto Prensa Libre: Érick Ávila)

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